EL MENSAJE DE LOS TRES ANGELES

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.

Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, el también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero…” Apocalipsis 14:6-10.

La Biblia Dice:

Espíritu de Profecía:

EL FUERTE CLAMOR

Así también será proclamado el mensaje del tercer ángel. Cuando llegue el tiempo de hacerlo con el mayor poder, el Señor obrará por conducto de humildes instrumentos, dirigiendo el espíritu de los que se consagren a su servicio. Los obreros serán calificados más bien por la unción de su Espíritu que por la educación en institutos de enseñanza. Habrá hombres de fe y de oración que se sentirán impelidos a declarar con santo entusiasmo las palabras que Dios les inspire. Los pecados de Babilonia serán denunciados. Los resultados funestos y espantosos de la imposición de las observancias de la iglesia por la autoridad civil, las invasiones del espiritismo, los progresos secretos pero rápidos del poder papal – todo será desenmascarado. Estas solemnes amonestaciones conmoverán al pueblo. Miles y miles de personas que nunca habrán oído palabras semejantes, las escucharán. Admirados y confundidos, oirán el testimonio de que Babilonia es la iglesia que cayó por sus errores y sus pecados, porque rechazó la verdad que le fue enviada del cielo. Cuando el pueblo acuda a sus antiguos conductores espirituales a preguntarles con ansia: ¿Son estas cosas así? Los ministros aducirán fábulas, profetizarán cosas agradables para calmar los temores y tranquilizar las conciencias despertadas. Pero como muchas personas no se contentan con las meras razones de los hombres y exigen un positivo “Así dice Jehová”, los ministros populares como los fariseos de antaño, airándose al ver que se pone en duda su autoridad, denunciarán el mensaje como si viniese de Satanás e incitarán a las multitudes dadas al pecado a que injurien y persigan a los que lo proclaman. – Conflicto de los Siglos, pág. 664,665.

     Bajo la proclamación de estos mensajes fue dado el clamor: “¡Aquí viene el esposo! Los creyentes de estos mensajes fueron obligados a salir de las iglesias porque predicaron la segunda aparición de Cristo en las nubes del cielo. Todo el mundo debía escuchar el mensaje: “¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Muchos que escucharon estos mensajes creyeron que vivirían para ver a Cristo venir: pero había una demora en la venida del Novio, para que todos tuviesen la oportunidad de escuchar el último mensaje de misericordia a un mundo caído. Si aquellos que afirmaron creer la verdad hubiesen hecho su parte como las vírgenes prudentes, el mensaje hubiese sido dado a cada nación, tribu lengua y pueblo. Pero cinco fueron fatuas. La verdad debía haberse proclamado por las diez vírgenes, pero sólo cinco habían hecho la provisión esencial para unirse a la compañía que caminó en la luz que les fue dada.

     Los mensajes del primero, segundo y tercer ángel se repetirán. El llamado debe ser dado a la iglesia: “Ha caído, ha caído la gran Babilonia, y se ha hecho habitación de demonios y guarida de todo espíritu inmundo, y albergue de toda ave inmunda y aborrecible. Porque todas las naciones han bebido del vino del furor de su fornicación; y los reyes de la tierra han fornicado con ella… Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades.” Review and Herald, Octubre 31, 1899.

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