“El Señor ha de venir pronto. La iniquidad y la rebelión, la violencia y el crimen, están llenando el mundo. Suben a Dios los clamores de los sufrientes y oprimidos pidiendo justicia. Los impíos están creciendo más fuertes en obstinación y rebelión, en lugar de ser suavizados por la paciencia y la contención de Dios. El tiempo en que vivimos es uno de marcada depravación. La restricción religiosa es desechada, y la gente rechaza la ley de Dios como indigna de su atención. Más que un menosprecio común es colocado sobre esta santa ley. Dios nos ha dado afablemente un momento de respiro. Cada poder que se nos ha impartido del cielo debe ser usado para hacer la obra asignada a nosotros por el Señor hacia aquellos que están pereciendo en la ignorancia. El mensaje de advertencia debe sonar en todas las partes del mundo. No debe de haber demora. La verdad debe de ser proclamada en los lugares obscuros de la tierra. A los obstáculos se les debe hacer frente y superarlos. Ha de ser hecha una gran obra, y esta obra ha sido confiada a aquellos que conocen la verdad para este tiempo. Ahora es el tiempo para que nos aferremos del brazo de nuestro poder. La oración de David debe ser la oración de pastores y laicos: ‘Tiempo es de actuar, oh Jehová, porque han invalidado tu ley.’ Que los siervos de Dios lloren entre la entrada y el altar, clamando: ‘Perdona, oh Jehová, a tu pueblo, y no entregues al oprobio tu heredad.’ Dios siempre ha forjado en favor de su verdad. Los designios de los impíos, los enemigos de la iglesia, están sujetos a su poder y a su providencia predominante. Él puede moverse en los corazones de los estadistas; puede ser apartada la ira de los que odian su verdad y a su pueblo, igual que podrían ser apartadas las aguas de un río, si él así lo ordenase. La oración mueve el brazo de la Omnipotencia. Él, quien pone en orden las estrellas en los cielos, cuya palabra controla las olas del gran mar―el mismo Creador infinito obrará en beneficio de su pueblo si ellos lo llaman en fe. Él refrenará todas las fuerzas de las tinieblas hasta que la advertencia sea dada al mundo, y todos los que la escuchen estarán preparados para su venida.”—The Review and Herald, 14 de diciembre de 1905.